Yo no nací bailonga.
De hecho, si me ves en la pista, parece que estoy peleándome con una avispa invisible.
Pero hace unos años, en plena fase de esclava emocional del restaurante, me apunté a bachata.
Así. De golpe. Sin saber dar un paso. Sin ritmo. Sin pareja.
Sin vergüenza ya, a esas alturas.
¿Por qué?
Porque era eso o seguir imaginándome (en unos años) contestando WhatsApps mientras bañaba al crío, con una mano sujetando el teléfono y la otra el jabón y la esponja, recibiendo mensajes tipo:
"Jefa, ¿el tomate de ensalada se corta en lonchas o en gajos?"
Porque cuando no hay límites, cualquier cosa parece prioridad.
Era eso o seguir currando a todas horas como si me fuera la vida en ello.
Así que un miércoles por la tarde, lo dije en voz alta y me fui a bailar.
Como si fuese algo irremediable. Al estilo “mamá me he hecho un tatuaje”
Y lo que encontré no fue el flow ni el ritmo ni leches en vinagre, sino una cosa que no sabía que me hacía falta:
Una excusa para parar. Para desaparecer. Para que, durante una hora, mi negocio no me tuviera secuestrada.
Búscate la vida. Resuelve.
Forzar a la gente a tomar las decisiones que van inherentes a su puesto. Ni más ni menos.
A veces no basta con querer desconectar.
Hay que forzarse a desconectar.
Hay que bloquearse una franja de tiempo, ponerse en modo avión, quemar las naves.
El momento perfecto no existe.
Apúntate a salsa, a cerámica, a hacer velas… lo que sea. Pero hazlo no negociable.
Apúntate a algo que te exija presencia, risa y un poco de ridículo.
Si no pones límites tú, no va a venir nadie a ponerlos.
(Sistemas, autonomía del equipo y todas esas cosas… ya hablaremos otro día, ¿vale?)
👀 Si esto te ha hecho clic…
Suscríbete a la parte de pago por solo 6 €/mes
Y si quieres llevar tu negocio al siguiente nivel tengo mentorías one to one para ayudarte a vivir de tu negocio sin volverte majareta. Se puede.
Hasta final de mes tienes dispo el curso ‘No soy un bar más’: divertido, aplicable y con ejercicios fáciles para que trabajes el concepto de negocio
¿What the fuck is that? Pues la clave para que tu cliente piense en ti como si fuese un adolescente enamoradito.